Y sola me encuentro otra vez
en el campo de batalla
con mi espada ensangrentada y oxidada,
adolorida y destrozada otra vez;
arriesgué mi alma por una causa perdida
y me quedé colgada de una simple ilusión.
Me fallaron,
en el campo de batalla
y aquellos a quienes confíé el cuidado de mi espalda
no esquivaron aquella lanza que se me incrustó en el corazón.
Me quedé sin armas y sin batallón
aturdida de la desolación, arrodillada
y sin ninguna inspiración para seguir luchando.
Sin cantos de consolación
y sin ningún abrazo
con castillos de arena a la orilla del mar
que se destruyeron al primer oleaje
y con todo el coraje encerrado en mis puños
me he quedado en lo oscuro
y en el campo de batalla
pero aún sostengo firme mi espada
porque sé que miles de guerras más me esperan.