domingo, 15 de febrero de 2015

Tiempo




 
Percibimos el tiempo de acuerdo a nuestra forma humana, para una estrella 500 millones de años es apenas una fracción de su nacimiento. Cada mil millones de años nacen y mueren nuevas estrellas al igual que cada año nacen y mueren millones de personas en nuestro planeta. Así de relativo es el tiempo, así de relativa es nuestra existencia en el mundo, nuestra forma humana dentro del inmenso universo.

Somos el resultado de una divina combinación o de una divina coincidencia, tal vez somos ambas y mil cosas más, porque así como astros en el universo hay posibilidades. Somos producto de un todo unido para lograr la perfección, como en  la intimidad de un átomo; Una espiral que nace en lo más recóndito de una célula, como una cadena de ADN, una ola en el mar, nuestro sistema solar o todo en el mismo universo que mientras gira va formando una espiral, cada cosa  y cada ser vivo en su más mínima expresión se asemeja a lo más inmenso que conocemos; el universo.  Somos una parte de toda la infinidad expresándose de forma humana por algunas horas divinas.

Cada célula de nuestro cuerpo se ha formado en el corazón de alguna estrella y  a su vez cada estrella nace en una oscuridad sumamente intensa y dentro de una nebulosa que va pariendo millones. Somos esa evolución de gas y polvo. Lo verdadero es muchísimo más de lo que vemos y sentimos, e incluso mucho más de lo que podríamos imaginar jamás porque estamos limitados por nuestra forma y pensamiento humano.
 
Este tiempo es breve. No hay carreras, no hay edad,  solo la suerte de haber llegado. Como si nuestras almas estuvieran jugando a caminar en la tierra por un tiempo. Vinimos para aprender algunas cosas, vivir, sentir y experimentar lo maravilloso de ser humanos para  luego marcharnos a otro sitio. Como si hubiera tantas maravillas en otras dimensiones que sería una locura permanecer en un mismo lugar y bajo un mismo tiempo.
 
Cada estrella nace en la más profunda oscuridad al igual que cada célula nace y muere en el interior de nuestro cuerpo y cada vez que miramos al cielo tal vez observamos a los nuestros en su forma más primitiva, autentica y celestial.

-Laura Veloz

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